Cuestionario: Juan Bello Sánchez
Juan Bello Sánchez nace a mediados de los años ochenta en una de las ciudades más lluviosas de nuestro país, Santiago de Compostela. Quizá tanta lluvia sea una de las múltiples causas de que este joven poeta pueda sorprendernos desde hace una década con una o dos publicaciones nuevas cada año (a menudo acompañadas de galardones).
Recientemente nos hemos acercado por su ventana digital para saludar y hacerle algunas preguntas y así conocer un poco más de él.
¿Cuándo empezaste a escribir y por qué?
A los 16
años escribía letras de canciones, pero la música se me daba fatal. Con 18 años
descubrí a algunos poetas que empleaban un lenguaje cercano al de las
canciones, como García Montero o Benjamín Prado, y pensé que podría explorar
ese camino. A partir de ahí leí cada vez más poesía y me fui empapando de todas
esas influencias para escribir mis propios textos.
El porqué,
además de mi falta de habilidad para la música, fue que necesitaba ocupar el
tiempo que tendría que pasar en la facultad. Durante el primer curso no fui a
clase y buscaba darle sentido a ese tiempo, pensar que no era tiempo perdido.
¿Cuáles dirías que son tus obras y autores de
referencia?
Son muchos,
pero hay cinco en concreto que creo que son los que más me han marcado a la
hora de escribir: Charles Simic, Charles Wright, Mark Strand, Robin Myers y
Louise Glück.
¿Qué es lo que hace decantarte a la hora de escoger
una lectura u otra?
Normalmente
elijo libros afines al tipo de poesía que escribo o quiero escribir en ese
momento. Busco en los libros, muchas veces, la inspiración que no siempre
encuentro fuera.
¿Qué libro no
prestarías nunca por miedo a perderlo?
La voz a
las tres de la madrugada, una antología de Charles Simic que publicó DVD
Ediciones y que es imposible de conseguir ahora mismo.
¿Qué libro de los que
has escrito hasta ahora salvarías si te hiciesen un La decisión de
Sophie con ellos?
Nada extraordinario. Me parece que es el libro en el que mejor he conseguido plasmar lo que busco al escribir.
Si fueses un personaje de ficción, ¿cuál te gustaría
ser?
Creo que
sería divertido ser Elwood Blues, uno de los hermanos de los Blues Brothers.
¿Cuál es tu momento preferido del día para crear?
¿Tienes alguna manía o sigues algún ritual a la hora de ponerte a trabajar?
Sin duda, mi momento preferido es a primera hora de la mañana. Tengo la
mente fresca y todo está aún en calma. Normalmente me siento a leer un rato y
después tomo notas o escribo poemas enteros.
No tengo ninguna manía, más allá de usar siempre el mismo tipo de
libretas, tamaño A5 y rayadas. Me ayudan a visualizar el poema.
Si tu poesía fuese un color, ¿qué color sería?
Vaya… Nunca
lo había pensado. Más que en un color, pienso en la luz del atardecer sobre un
campo de cereales.
¿Una película que nunca te cansarías de ver?
No soy muy
cinéfilo. Creo que la película que más veces he visto es No es país para viejos.
Además de escribir también sacas fotos de lugares ¿Cómo empezaste
y por qué?
Cuando empecé a estudiar Magisterio llevaba siempre conmigo en el bolso una cámara digital muy mala. En aquella época yo quería estudiar fotografía artística. Hacía fotos sobre todo de cosas construidas por el ser humano, casas, edificios, carreteras… Ahora fotografío sobre todo ventanas y puertas, comercios que han cerrado, edificios abandonados. Creo que fotografío aquello que no consigo capturar con las palabras.
Juan Bello Sánchez nos trae este otoño su último libro de poesía, Reliquias, publicado por la editorial compostelana Tulipa, dirigida por Isabel Patiño. En él se recogen treinta poemas en los que Juan va desvelando fragmentos del pasado donde se ven reflejados la familia, las amistades, los pequeños momentos y objetos cotidianos, impregnados, como es habitual en el autor, de la atmósfera de la memoria y el paso del tiempo.
Es la segunda vez que autor y editora colaboran juntos, pero en esta ocasión vienen además acompañados de tres excelentes artistas visuales para la cubierta del libro; Rosendo Cid, Lara Pintos y Laura Piñeiro hacen de esta edición una auténtica delicia que atesorar.
LAS MANOS
Mi tía se
queja de las manos.
Antes
amasaba, hacía empanadas
como primero
hizo su madre.
Ahora ya no.
Las manos
recuerdan.
Anoche vi
los fuegos artificiales por televisión.
Restos de
pólvora caían cubriendo
mi pelo y
mis hombros.
Creo que
todo deja un rastro,
todo quiere
ser encontrado en algún momento.
Pienso en
esas pinturas que hacían los primeros hombres
en las
paredes de las cuevas.
Pintaban con
las manos.
La memoria
nos da forma, y no al revés.
Una vez
alguien miró mis manos y me dijo:
No tienes
manos de trabajar.
Las manos
que decidí guardar
eran las de
mi otra abuela sosteniendo un rosario.
El rosario
podría haberse perdido,
pero las
manos no.
Reliquias, Juan Bello Sánchez
Tulipa Editora. 2020